1El odioso Elmo de James Bowman.
Elmo es uno de los muñecos más populares del siglo XX, quizás porque nada en él resulta aterrador para los niños.
Esta teoría queda virtualmente devastada por la historia de James Bowman, un niño de dos años que en 2008 recibió un muñeco Elmo de regalo, cuya principal cualidad es saberlo todo sobre su dueño (cumpleaños, nombre, etc), ya que posee un pequeño programa que memoriza estos datos.
El muñeco Elmo de James poseía el desagradable hábito de incluir en su repertorio la palabra "mata" (kill); de modo que cada vez que lo accionaba para repetir el nombre de su dueño el muñeco ordenaba: ¡Mata James! (Kill James!).
Desde luego, los distraídos padres de James advirtieron tarde la anomalía. Le quitaron el muñeco, que antes de agotar sus baterías vomitó las más inquietantes amenazas.
2La muñeca Mandy.
Mandy es una muñeca de porcelana fabricada entre 1910 y 1920, donada al Quesnel Museum en 1991. El donante no aclaró, sin embargo, que por las noches podía escuchar horrosos llantos provenientes de la muñeca.
En el museo donde se alojó a Mandy también comenzaron a ocurrir hechos extraños, sobre todo el ruido de pasos y quejidos inhumanos. Los empleados se quejan de la misteriosa desaparición de objetos y reapariciones todavía más asombrosas en sitios inexplicables.
Uno de los juegos predilectos de Mandy es observar fijamente. No importa en qué lugar del salón uno se ubique, los ojos de Mandy siempre parecen seguir al visitante.
3La muñeca Pupa.
Pupa (que en latín significa literalmente "muñeca" fue fabricada en 1920 siguiendo la tendencia de la época, es decir, empleando las facciones y el cabello real de su futura dueña.
La dueña original de Pupa falleció en 2005. Desde entonces, la muñeca tiene el odioso hábito de moverse sola, cambiando periódicamente de lugar en los anaqueles que habita. Incluso su expresión facial cambió de forma notable, como si de algún modo hubiese rejuvenecido.
4Letta: el muñeco gitano.
En 1972, Kerry Walton regresó a Australia para el funeral de su abuela. Además de cumplir con este compromiso, aprovechó el viaje para enfrentar uno de los peores miedos de su infancia: una marioneta que, de acuerdo a los especialistas, fue fabricada hace unos doscientos años por una bruja gitana, quizás para homenajear el alma de su hijo recientemente ahogado.
Letta encarna la creencia gitana de que los espíritus pueden encapsularse en distintos objetos inanimados. Este muñeco confirma esta tradición ya que, de hecho, posee cabello humano real y pequeñas superficies de piel.
Nadie conoce realmente su nombre. Se la llama Letta debido a los extraños gritos que ejecuta cada sábado por la noche: Letta me out! (¡Déjame salir!), pronunciando el ruego con un típico acento gitano
Letta encarna la creencia gitana de que los espíritus pueden encapsularse en distintos objetos inanimados. Este muñeco confirma esta tradición ya que, de hecho, posee cabello humano real y pequeñas superficies de piel.
Nadie conoce realmente su nombre. Se la llama Letta debido a los extraños gritos que ejecuta cada sábado por la noche: Letta me out! (¡Déjame salir!), pronunciando el ruego con un típico acento gitano
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